Alien, el octavo pasajero (Ridley Scout 1979)

                            Terror en el espacio

En el verano de 1979 algo cambió en el cine. Nunca hasta entonces una película de ciencia ficción había sido tan siniestra y terrorífica, nada que ver con la claridad cristalina, aséptica e inquietante de otras de su género y, se podría decir, no superada hasta el momento. Por aquel entonces, Scott sólo era conocido por sus trabajos publicitarios y por haber realizado la estupenda "Los duelistas" en 1977 (en preparación).
Al margen de su clara crítica al desmedido afán cientifista del hombre, el éxito de Alien habría que achacarlo principalmente a tres aspectos. El primero es la elección de un personaje femenino, la teniente Ripley (Sigourney Weaver), para encarnar al héroe (heroína), cosa que no estaba prevista en el primer borrador que dio al personaje el carisma que necesitaba. El segundo aspecto es el ambiente, la atmósfera que se logra respirar en las tripas de la nave espacial en la que la película se desarrolla en la que cualquier rincón puede esconder una amenaza. Esta puesta en escena, así como la relación interpersonal y reacciones que entre los tripulantes de la misma llegó a convertirse en seña de identidad de Ridley Scott, el mejor ideador de futuros hostiles para el hombre (Blade Runner). Y el tercer aspecto, y más importante de todos, es la criatura misma que en la misma se aloja y su singular presencia en la pantalla. Y como nada hay más amenazante que lo desconocido, el espectador, consciente del peligro, no se siente capaz de abarcar o tomar el control de lo que sucesivamente irá ocurriendo.
Un film de genuino carácter terrorífico, magníficamente controlado y de gran calidad.
Duración: 117 min.

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Trailer: