En la plenitud de la vida
Un anciano, tras la experiencia que dá la vida y la certeza de que poco en ella le queda, decide reconciliarse con su hermano del que hace años nada sabe. Sin otros medios y otras habilidades, toma el largo camino que de él lo separa (500 kms.) conduciendo la segadora de la que puede disponer dándose durante el transcurso del dilatado camino una serie de situaciones que le ponen en contacto con el mundo en el que vive así como va conociendo una serie de personas cuyas circunstancias y características le hacen, por una parte dudar y por otra reafirmarse, sobre la existencia y todo el peso de la realidad que cada cual sostiene sobre sus hombros, aportando en cada caso lo que él puede aportar, sin menoscabo de aquello que su ética personal le dicta.
El argumento, así contado, puede parecer banal, pero nada más lejos. Por primera vez Lynch no basa la historia en su propio y personal argumento si no que se basa fielmente en un hecho real, conduciendo al espectador a la certeza de que si alguien es tan estúpido que piensa que la vejez es una etapa inútil, está por completo equivocado.
Por tanto, como todos al fin y al cabo, si por bién es, llegaramos a ancianos si no lo somos ya, nos conviene refrescar esa a veces escondida memoria que nos apunta la relatividad del tiempo, de las diferencias y distanciamientos, y hacer valer lo que fundamentalmente importa en la existencia y el paseo que por ella damos en vida y que bién vale la pena echar por la borda los pesados lastres que pesan en el corazón para que el saldo sea a nuestro y el de todos a favor.
Duración: 111 min.
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Trailer:
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